lunes, 22 de marzo de 2010

El Nacimiento de la Vieja Cultura

Desde un principio, o desde donde conocemos, el ser humano supo que su voz necesitaba ser escuchada. Algo intangible, más poderoso de lo que podemos definir en simples palabras existió desde ese principio en la cabeza del hombre: la necesidad de decir para hacer, de compartir para crear en conjunto. Así nacieron las ideas, luego las ideologías y luego… bueno, la modernidad. La historia habla repetidamente de aquellas voces que necesitaron ser escuchadas por el medio que fuese. Desde un sujeto parado arriba de una tarima vociferando sus pensamientos, pasando por la impresiones de folletines cargados de ideología e invitaciones al cambio hasta los días actuales en que Internet nos regala la posibilidad de exponer -una y otra vez- cada pensamiento a la vista del resto del mundo.

Es la diversidad del cambio, el fin de la hegemonía cultural pensada por los mismos que la comercializan. ¿Qué quiero decir con esto? Muchas cosas cierto es, pero en concreto es resaltar la idea que hoy – siglo XXI en curso- la cultura es manejada por sus creadores aunque muchas veces pareciera lo contrario. Vuelvo al ejemplo de Internet, herramienta anarquista pura que creó una paradoja increíble en la historia. Hoy en día un artista puede mostrar y exponer sus obras –su alma- sin esperar a que el mercado lo encuentre. Hoy en día no necesitamos que nos encuentren porque somos libres de buscar nosotros a quien quiera escucharnos. Hoy en día podemos denunciar lo que creemos mal o desacertado sin esperar que algún medio este de acuerdo con nuestro pensamiento. Hoy en día podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos. Puede sonar pretencioso -hasta fuera de lugar- creer que un medio tan competitivo y manejado por el mercado dominante como es Internet pueda ser una herramienta de cambio en pos de un futuro mejor, pero no hay que olvidar que quien maneja el contenido en gran parte, así como quien consume su contenido, somos nosotros: la gente común y ordinaria con esperanzas. Redes sociales, páginas personales, blogs, álbumes fotográficos y un gigantesco etcétera viajan a velocidad de la luz de una parte del globo a otra convirtiendo el narcisismo en una actitud natural del ser humano. Todos queremos ser vistos, todos queremos ser tomados en cuenta, nadie quiere quedarse afuera. Pero ¿algo negativo se esconde en esta idea moderna de exposición? Podremos escuchar cientos de veces los contra de la sobre información expuestos por fundamentalistas de la naturalidad y la antiglobalización, sin embargo los aspectos positivos terminan por cerrar el debate con la balanza a favor del medio. Bienvenidos a la era de la informática y la globalización. El tiempo en el que todas las voces son escuchadas, tengan razón o no en lo que dicen. ¿Exceso de información o libertad al alcance de todos? Tal vez una acertada respuesta sea la conjunción democrática de ambas. Dicotomía difícil de explicar en la vida cotidiana, pero que la red global se ha encargado de ejemplificar a la perfección. A esta altura existen casos particulares y específicos de las barreras cruzadas. Obras de teatro que se han adaptado de blogs, así como libros que tuvieron su nacimiento a través de una página virtual. Bandas musicales que han conseguido la fama luego de promocionarse y auto gestionarse en la red. Hasta mega empresas que primero fueron ideas con costo cero o mínimo. Todo eso es la libertad de exponerse, de contar, de mostrar y esperar ser prestado atención. Porque en una era tan problemática y paranoica como la actual no deja de haber oasis de creatividad constante en cada rincón del mundo, y que exista un medio para conocerlos es la muestra de optimismo más grande que necesitamos. Claro que también existen y conviven aquellos factores negativos que contrastan con la idea de una utopía virtual, la desinformación provocada por el exceso de información errada que circula, por ejemplo, es un punto peligroso en muchos aspectos. Reconocer la verdad entre tanta mentira –o pero aún, la intención escondida- será cuestión de cada uno y su poder de discernimiento. Creer que la marea de datos nos influenciaran hacía donde nos digan es subestimar la capacidad de la gente. Somos libres de exponer nuestras ideas así como de elegir con coherencia e inteligencia que leemos y escuchamos.

Es el nacimiento de la vieja cultura porque logramos darnos cuenta que las voces merecen ser escuchadas, las voces que surgen de abajo, no escondidas sino más bien relegadas a la sombra de quienes manejan los medios. El exceso de información nos permitió filtrar, seccionar y elegir que – y como- deseamos saber. Se ve en las calles, el aluvión de espectáculos fuera del circuito comercial hablan de todos los temas, sean tabúes o no, se encuentran en cada espacio, libres de contar lo que crean necesario contar. Como hace dos mil años atrás, cuando un sujeto se paraba arriba de una tarima a vociferar sus pensamientos. Se ve en la vida cotidiana, cuando una noticia, de las llamadas boca a boca, fluye de persona en persona hasta convertirse en una realidad. Se ve en esta página cuando al hablar – o escribir- se que alguien va a prestar su oído – o su vista-.

La verdad perdió realismo con el tiempo, culpa en parte de la modernidad ya mencionada, la realidad está siendo manipulada y convertida a cada momento. Entonces busquemos nuestra verdad, o mejor aún: digámosla. De la mano de la cultura podemos lograrlo. Una obra de arte, una película, una revista, un blog, una fotografía, un libro, lo que nos parezca. Todo es parte del nacimiento de la nueva cultura, ejemplificada en la vieja cultura que nunca desapareció. Porque los tiempos son otros, pero las voces son las mismas.

Maxi Carrasco

No hay comentarios:

Publicar un comentario